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Velada y quema de cera: una tradición ancestral que sigue viva en Ixcaquixtla y Coyotepec




Entre música, flores de cempasúchil y velas encendidas, familias de los municipios de San Juan Ixcaquixtla y San Vicente Coyotepec, en la Mixteca poblana, mantiene viva una de las tradiciones más antiguas y significativas del Día de Muertos: la velada y quema de cera.

La noche del 1 de noviembre y durante la madrugada del día 2, los panteones de ambas comunidades se llenaron de vida, color y fe. Las familias se reunieron junto a las tumbas de sus seres queridos para limpiarlas, adornarlas con flores de cempasúchil, encender velas y, en muchos casos, amenizar la velada con música.

El propósito, como dicta la tradición, es honrar a los difuntos y esperarlos en su regreso al mundo terrenal.

San Juan Ixcaquixtla y San Vicente Coyotepec, pueblos de origen popoloca, conservan con orgullo esta costumbre ancestral que resiste al paso del tiempo. A poco más de dos horas y media de la capital poblana, en estos lugares el reloj parece detenerse: las tumbas cubiertas de cempasúchil, los alimentos, las frutas y la luz de cientos de velas crean una atmósfera de respeto, amor y melancolía.

Durante la velada, la música acompañó el sentimiento de las familias. En Ixcaquixtla, mariachis y tríos interpretaron canciones en honor a los difuntos, mientras que en Coyotepec, muchas familias recurrieron a la tecnología para reproducir, mediante bocinas, los temas favoritos de sus seres queridos.

Un recorrido realizado por Callejero Noticias permitió constatar cómo esta tradición se transmite de generación en generación. Los niños y jóvenes participan junto a sus padres en el arreglo de las tumbas y la velación, aprendiendo el significado profundo de recordar a quienes ya partieron de este mundo. Aunque algunos pequeños no alcanzaron a conocer a sus abuelos o familiares fallecidos, esta experiencia les permite mantener vivo el lazo con ellos.

 

Pese a ser una región marcada por la migración, muchos habitantes que residen en Estados Unidos, Ciudad de México, Puebla capital, Tehuacán o Guadalajara, regresan cada año a sus comunidades para cumplir con esta cita espiritual. Su regreso demuestra que, más allá de la distancia, la tradición de la velada y quema de cera sigue viva y se hereda con orgullo a las nuevas generaciones.





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