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La Villita: el templo que honra a la Virgen de Guadalupe en Puebla desde hace 300 años


Redacción.- El 12 de diciembre se celebra el día de la Virgen de Guadalupe, la patrona de México y de toda América Latina. En la ciudad de Puebla, uno de los lugares más emblemáticos para rendirle homenaje es el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, conocido popularmente como La Villita.

Este templo, ubicado frente al Paseo Bravo, es una joya del barroco poblano, con su fachada de talavera azul y blanca, sus torres con columnas salomónicas y sus pinturas que narran las cuatro apariciones de la Virgen a Juan Diego.

Un templo nacido de la devoción

La historia de La Villita se remonta al siglo XVII, cuando un maestro herrero y cohetero llamado Juan Alonso Martínez de Peredo propuso la construcción de un templo dedicado a la Virgen de Guadalupe, cuya imagen se había revelado en el Tepeyac en 1531.

El templo se edificó entre 1694 y 1714, en lo que entonces eran los límites de la ciudad, junto a un parque que servía de espacio de esparcimiento para la sociedad poblana. El diseño de la fachada estuvo a cargo del arquitecto español Diego de la Sierra, considerado el precursor del arte barroco en Puebla.

El 12 de diciembre de 1722, el templo fue consagrado por el obispo Juan Antonio de Lardizával y Elorza, quien ordenó que se dedicara a la Virgen de Guadalupe. Desde entonces, cada año, miles de fieles acuden a este santuario para celebrar el aniversario de las apariciones y agradecer los favores recibidos.

Un templo que resiste el paso del tiempo

A lo largo de su historia, La Villita ha sufrido varios cambios y vicisitudes. En 1765, se construyó el Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe, anexo al templo, gracias al obispo Pantaleón Álvarez de Abreu y a la viuda del general Ortiz y Largachi.

En 1870, debido a las Leyes de Reforma, el templo y el colegio fueron vendidos por 6,400 pesos. En 1903, los misioneros guadalupanos se hicieron cargo del edificio y lo restauraron. En 1999, el templo fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, junto con el Centro Histórico de Puebla.

En 2017, el templo sufrió daños por el sismo del 19 de septiembre, que afectó a la cúpula, las torres y el retablo mayor. Gracias al apoyo de la sociedad civil y de las autoridades, el templo pudo ser reparado y reabierto al público en 2019.

Un templo que invita a la fe y al arte

La Villita es un templo que no solo destaca por su valor religioso, sino también por su belleza artística. Su fachada es una de las primeras en contar con un arco de talavera, que forma figuras de estrellas y contiene el monograma de María.

En el arco también se lee la frase “fecit talliter omni nationi” (“no hizo nada semejante por otra nación”), que fue autorizada por el papa Benedicto XIV al declarar a la Virgen de Guadalupe como patrona de Nueva España.

En la fachada, bajo los campanarios, se representan en azulejos las cuatro apariciones de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego, que son:

  • La primera, el 9 de diciembre de 1531, cuando la Virgen le pidió que construyera un templo en su honor.
  • La segunda, el 10 de diciembre, cuando la Virgen le insistió en su petición y le dijo que fuera a ver al obispo.
  • La tercera, el 11 de diciembre, cuando la Virgen le prometió una señal para convencer al obispo.
  • La cuarta, el 12 de diciembre, cuando la Virgen le hizo aparecer rosas en su tilma y le dejó impresa su imagen.

En el interior del templo, de estilo neoclásico, se puede admirar el retablo mayor, que alberga la imagen de la Virgen de Guadalupe, rodeada de ángeles y querubines. También se pueden observar las pinturas de los pontífices relacionados con el culto guadalupano, como Clemente XII, Benedicto XIV y Pío X.

Además, el templo cuenta con una capilla dedicada a la Virgen Dolorosa, que muestra su imagen con siete espadas que atraviesan su corazón, simbolizando los siete dolores que sufrió por su hijo Jesús.

La Villita es, sin duda, un templo que merece ser visitado y apreciado, tanto por su historia como por su arte. Es un testimonio de la fe y la devoción de los poblanos a la Virgen de Guadalupe, que se renueva cada año con las mañanitas, las misas y las peregrinaciones.

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