Sociedad

Por qué millones celebran hoy a San Judas Tadeo, el santo de las causas difíciles




San Judas Tadeo es uno de los santos más queridos en México y gran parte de América Latina. Su figura, reconocible por llevar una medalla con el rostro de Jesús y una llama sobre la cabeza, representa esperanza y fe para millones de personas que atraviesan momentos difíciles. Su fama como “el santo de las causas imposibles” se ha extendido por generaciones, convirtiéndolo en uno de los intercesores más invocados dentro del catolicismo.

De acuerdo con los textos bíblicos, Judas Tadeo fue uno de los doce apóstoles elegidos por Jesús. Era primo del propio Cristo y hermano del apóstol Santiago el Menor. En el Evangelio de Juan se le menciona como el discípulo que, durante la Última Cena, preguntó a Jesús por qué solo se revelaría a sus seguidores y no al mundo entero, una muestra de su carácter reflexivo y comprometido con la fe. Tras la muerte y resurrección de Jesús, Judas Tadeo predicó el Evangelio en regiones como Mesopotamia, Persia y Armenia, donde finalmente fue martirizado junto con San Simón.

Su reputación como “santo de lo imposible” tiene raíces antiguas. Durante siglos, fue poco invocado debido a la confusión con Judas Iscariote, el traidor de Cristo. Con el tiempo, sin embargo, los fieles comenzaron a distinguirlo claramente y a recurrir a él en momentos desesperados, asegurando haber recibido favores extraordinarios. La Iglesia católica reconoce su intercesión en situaciones complicadas, y la devoción popular lo asocia con la idea de no perder la fe cuando todo parece perdido.

Cada 28 de octubre, día de su festividad litúrgica, miles de personas acuden a templos dedicados a San Judas Tadeo, especialmente al santuario de San Hipólito, en la Ciudad de México. Las peregrinaciones, misas y procesiones comienzan desde la madrugada: jóvenes, comerciantes, trabajadores y familias enteras llegan con flores, veladoras y figuras del santo, agradeciendo los favores recibidos o pidiendo ayuda ante problemas de salud, económicos o familiares.

Las tradiciones incluyen portar su imagen, bendecir estampas y compartir alimentos en su honor. Muchos creyentes lo visitan el 28 de cada mes, manteniendo viva una conexión espiritual que trasciende generaciones.





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