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Muere el papa Francisco, la sencillez su sello hasta la muerte




La mañana comenzó con una noticia que sacudió al mundo católico: el Papa Francisco ha fallecido. La confirmación llegó de voz del cardenal Kevin Farrell, Camarlengo del Vaticano, quien con tono solemne informó: “A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma volvió a la casa del Padre”. Un mensaje breve, pero cargado de significado, marcó el inicio del luto oficial en el corazón de la Iglesia.

Desde su llegada al pontificado, Francisco dejó claro que su papado estaría enfocado en la sencillez, la cercanía con los marginados y una Iglesia menos protocolaria. Su muerte no solo marca el fin de una era, sino que también da inicio a una etapa de transición dentro del Vaticano, conocida como Sede Vacante. En este periodo, el trono de San Pedro queda vacío y la maquinaria vaticana entra en pausa.

Como dicta la tradición, el Anillo del Pescador, símbolo del poder papal, será destruido para evitar su uso fraudulento. También se suspenderán muchas de las funciones de la Curia Romana mientras los cardenales se preparan para elegir a su sucesor. Mientras tanto, el cuerpo del pontífice será expuesto en la basílica de San Pedro para que los fieles puedan despedirse.

Aunque no se han revelado todos los detalles sobre el funeral, sí se sabe que el Papa dejó instrucciones muy claras. Y fiel a su estilo, decidió simplificar uno de los rituales más elaborados del Vaticano. Por ejemplo, su cuerpo no pasará por los aposentos papales ni por cámaras rituales especiales; será llevado directamente al ataúd. Y no descansará bajo la basílica de San Pedro, como muchos de sus antecesores, sino en la basílica de Santa María la Mayor, en una tumba sencilla que él mismo eligió.

Francisco no quiso un funeral ostentoso. En vez del triple ataúd tradicional —ciprés, plomo y roble— optó por uno más simple, de madera con refuerzos de zinc. También pidió que se lo velara “como a cualquier cristiano”, sin almohadones ni pompas innecesarias, y con títulos humildes: “Papa”, “Obispo de Roma”, “Pastor”. El objetivo era claro: dejar atrás toda apariencia de corte real o renacentista.

Este nuevo enfoque fue plasmado en el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, un texto litúrgico actualizado por iniciativa del propio Francisco, aprobado en abril de 2024. Él mismo quiso eliminar lo que consideraba “excesos” en el rito funerario, y dejó instrucciones de que se evitara hacer más de un velorio o repetir ceremonias innecesarias. “Como en todas las familias”, dijo en una entrevista publicada en el libro El Sucesor.

El funeral se realizará entre cuatro y seis días después de su fallecimiento en la plaza de San Pedro. Asistirán líderes de todo el mundo, y se espera una multitud de fieles llegados desde distintos rincones del planeta. La fecha definitiva será decidida por los cardenales en sus primeras reuniones plenarias.

Durante su última Semana Santa, el Papa ya mostraba un estado de salud delicado. Aun así, se asomó al balcón de la basílica para dar su tradicional bendición de Pascua, esta vez desde una silla de ruedas y con voz apenas audible. Su “Queridos hermanos y hermanas, buena Pascua” fue recibido con una ovación, pero también con lágrimas. Poco después, mantuvo su última reunión oficial: un encuentro simbólico con el vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, con quien habló brevemente sobre la paz y el papel de la fe en el mundo actual.

El deterioro de su salud se aceleró desde febrero, cuando fue hospitalizado por una neumonía. Le siguieron problemas respiratorios, una infección generalizada y complicaciones renales que requirieron transfusiones y oxígeno. Aun así, se mantuvo activo hasta donde pudo, con gestos que hablaban más fuerte que las palabras.

El cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, será el encargado de presidir la misa fúnebre. Lo acompañará el cardenal argentino Leonardo Sandri. Ambos escoltarán el ataúd hasta la basílica de Santa María la Mayor, donde los restos de Francisco serán depositados en una capilla lateral. Sobre su lápida solo habrá un nombre: Francisco, y las fechas de su pontificado.

Fue el propio Papa quien escogió ese lugar. Lo vio durante una visita y lo señaló sin dudar: “Ese es el lugar”, contó en el mencionado libro. En una charla distendida, incluso bromeó con el periodista que lo entrevistaba: “Cuando me muera, eso te da para un artículo…”.

Francisco no solo reformó la manera de gobernar la Iglesia, también cambió cómo despedirse de ella. Su último acto fue coherente con todo lo que predicó: una Iglesia más humana, más cercana, y menos preocupada por la pompa que por el mensaje. Ahora, mientras el Vaticano se prepara para elegir a un nuevo líder, el mundo despide al Papa que eligió caminar con los suyos hasta el final, sin tronos dorados ni coronas, pero con una fe que lo sostuvo hasta el último suspiro.

 





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