Historias de un joven reportero

Los (políticos) muertos que no saben que están muertos

Si bien dicen que, en política nadie está muerto, en Puebla existen un grupo de hombres y mujeres del poder a quienes “La Huesuda” ya se los llevó, aunque ellos nieguen a reconocerlo


Por: Gerardo Ruiz / @GerardoRuizInc

Con motivo del puente por los días de Todos Santos, las Historias de un Joven Reportero cambiarán un poco su estilo para hacer una entrega diferente que haga honor a estas fechas tan importantes para los poblanos y todos los mexicanos, quienes tenemos una relación muy extraña con la muerte a la que disfrazamos de catrina o catrín y la llenamos de colores, incienso y flores de cempaxúchitl.

Si bien dicen que, en política nadie está muerto, en Puebla existen un grupo de hombres y mujeres del poder a quienes “La Huesuda” ya se los llevó, aunque ellos nieguen a reconocerlo.

Y es que, perder el poder para cualquier hombre o mujer de poder es una muerte en vida.

Su destino en el cementerio municipal es inevitable.

Es más, sus tumbas y sus epitafios yacen ya en los camposantos de la entidad.

Ya sean de Morena, PRI o PAN, nadie está a salvo de la caprichosa muerte, quien ha acabado con sus carreras políticas a pesar de sus chillidos, pataleos y súplicas.

En todos los partidos políticos de la aldea, algunos de sus militantes ya huelen azufre.

El principal muerto, políticamente hablando, de Puebla no puede ser otro más que Ignacio Mier. El fantasmal coordinador de los diputados federales de Morena es el hombre de poder a quien su novenario fue hace mucho tiempo y que se niega a reconocer que su proyecto electoral con miras al 2024 recibió ya los Santos Oleos.

Nacho Mier es un espectro que deambula por San Lázaro y por algunos municipios del interior del estado, en donde apenas puede juntar a un centenar de curiosos que quieren ver a un cadáver viviente.

Ante su nula capacidad e inexistente peso político, a Mier Velazco se lo llevó muy pronto “La Huesuda” junto con sus aspiraciones de ser gobernador de Puebla tras Miguel Barbosa.

El de Moisés Ignacio no es el único espíritu que deambula por los pasillos de la Cámara baja del Congreso de la Unión, pues Genoveva Huerta es otra política a quien la muerte ya se la llevó al más allá junto con sus ilusiones, muy lejanas y guajiras, de ser la abanderada del PAN en las elecciones del 2024.

A la “Jefa Geno” la muerte política le llegó bastante rápido una vez que sus mecenas, los Moreno Valle, perdieron la vida en el ‘helicopterazo’ del 2018 aunque ella decidió aferrarse a la vida y ser un fantasma que no se aferra a este mundo.

Con la brújula perdida, cegada por la soberbia y muy mal asesorada por otros muertos políticos como Fernando Manzanilla, Eduardo Alcántara y Sandra Izcoa, Huerta Villegas está ya en los obituarios del círculo rojo en Puebla.

Otro político a quien la muerte ya lo llamó es el impresentable Alejandro Armenta, a quien su pasado marinista y sus nexos con el feminicida Javier López Zavala y ligas con los narcomenudistas “El Grillo” y “Julio Mix” lo llevaron al panteón.

El Senador Precioso es algo similar a la famosa “Llorona”, ya que sus lamentos se pueden escuchar por todos los municipios que recorre desesperadamente para revivir a su infame y mediocre carrera política, la cual está llena de gusanos y larvas.

Armenta Mier es un muerto que no quiere aceptar que ya está muerto, al igual que su patrón Ricardo Monreal.

En la lista de los políticos que aún no aceptan su muerte en el poder están Claudia Rivera Vivanco, Rodrigo Abdala, Héctor Sánchez y Melitón Lozano.

Ahora sí que:

Cuando el reloj marca la una

Las calaveras salen de su tumba

Chumbala cachumbala

Cachumbala

Chumbala cachumbala

Cachumbala…

Publicado originalmente en El Incorrecto

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