Un operativo policial en la colonia Viveros de Sanctorum puso fin a una intervención forzada que escaló rápidamente. Seis hombres, vinculados a un centro de rehabilitación autodenominado «patrulla espiritual», fueron arrestados tras allanar una vivienda en la privada León y golpear a un joven de 28 años con adicciones, identificado como Gabriel, para intentar privarlo de la libertad.
El conflicto surgió cuando, según testimonios, la hermana del afectado habría contactado al grupo para que lo trasladaran al anexo. Sin embargo, su madre se negó rotundamente a permitirlo. La situación derivó en una pelea dentro del domicilio, donde los sujetos agredieron al joven. El caos alertó a vecinos, quienes llamaron a las autoridades. Al llegar la policía, los involucrados intentaron escapar en un automóvil MG con placas de Puebla, pero fueron interceptados minutos después.
Ahora quiénes son los tazos dorados
Tras su captura, los seis detenidos fueron llevados al Complejo de Seguridad de Cuautlancingo. La madre de Gabriel insistió en presentar cargos, lo que resultó en que cinco de los implicados fueran vinculados a proceso por allanamiento de morada y lesiones. El sexto individuo quedó bajo evaluación de un juez calificador.
Este caso revive el debate sobre las prácticas de algunos centros de rehabilitación en Puebla, donde se han registrado múltiples denuncias por métodos cuestionables. Desde golpizas hasta muertes bajo custodia, los llamados anexos operan en un limbo que combina supuesta ayuda con violencia sistémica. Solo en los últimos tres años, al menos 14 operadores de estos sitios han sido detenidos por exceder sus funciones.
Las autoridades reiteraron un llamado a estos espacios para que actúen dentro del marco legal: «No pueden sustituir a las instituciones ni usar la fuerza como terapia», señaló un vocero de la Fiscalía. Sin embargo, la falta de regulación clara y la demanda de familias desesperadas mantienen activos a estos grupos.
