Redacción.- La historia de nueve jóvenes tlaxcaltecas reportados como desaparecidos y que terminaron asesinados ha tomado un giro inesperado. La investigación apunta a una red que involucra a un empresario, policías municipales y grupos delictivos. Todo podría haber comenzado con un robo de 500 mil pesos.
El 1 de marzo en a San José Miahuatlán, Puebla realizaron el hallazgo de un vehículo abandonado contenía los cuerpos desmembrados de nueve personas. Seis de ellos ya habían sido reportados como desaparecidos en Tlaxcala. Lo que parecía un caso de secuestro tomó otro rumbo cuando las autoridades descubrieron que los jóvenes habían sido reclutados en Oaxaca por José Alfredo Lavariega Canseco, alias “El Jocha”, un empresario que aspiraba a un cargo político.
Ese mismo día, “El Jocha” también apareció muerto. Su cuerpo, con señales de tortura y las manos cercenadas, fue encontrado en Barra de Copalita, Oaxaca. El asesinato del empresario y la brutal ejecución de los jóvenes parecen estar conectados, y las primeras líneas de investigación sugieren que el grupo habría robado a la persona equivocada.
Un plan que terminó en tragedia
Según fuentes cercanas al caso, “El Jocha”, propietario de un hotel en Huatulco, habría contratado a los jóvenes para cometer robos en la zona, especialmente contra turistas y cuentahabientes, delitos que reportaron un alza en la zona en semanas previas al hallazgo de los cuerpos cercenados. Pero según las investigaciones en uno de estos atracos, se llevaron medio millón de pesos de alguien con suficiente poder para responder con violencia.
A partir de ese momento, se desató una persecución. Policías municipales de Huatulco y San Pedro Pochutla habrían interceptado a los jóvenes en el hotel de “El Jocha”, entregándolos al crimen organizado. Una sobreviviente del grupo, Brenda Mariel Salas, confirmó esta versión. En su testimonio, relató que la noche de la desaparición, ella y Jacqueline Ailet Meza fueron interceptadas por una patrulla al salir del hospedaje. Fueron golpeadas, encapuchadas y separadas. Brenda apareció horas después en una carretera, mientras que el destino de Jacqueline fue fatal.
El 2 de marzo, la Guardia Nacional encontró el Volkswagen Vento gris en la autopista Cuacnopalan-Oaxaca. Dentro del auto estaban los cuerpos de los jóvenes, desmembrados. Hasta ahora, siete de las víctimas han sido identificadas:
Raúl Emmanuel González Lozano, 28 años
Lesly Noya Trejo, 21 años
Angie Lizeth Pérez García, 29 años
Jacqueline Ailet Meza Cázares, 23 años
Noemí Yamileth López Moratilla, 28 años
Rubén Antonio Ramos Flores, 22 años
Rolando Armando Evaristo, 22 años
Brenda Mariel Salas, la única sobreviviente, ha sido clave para esclarecer lo ocurrido. Su testimonio refuerza la teoría de que la Policía Municipal colaboró con grupos criminales, entregando a los jóvenes a sus verdugos.
Por otro lado, el asesinato de “El Jocha” se suma a las evidencias de que el grupo realizaba actividades ilicitas de manera organizada. Su cuerpo fue hallado en su auto con múltiples disparos, y en la escena del crimen se encontró una cartulina que lo vinculaba con actividades delictivas.
Las autoridades de Oaxaca, Puebla y Tlaxcala están investigando una posible conexión entre los jóvenes asesinados y una banda delictiva conocida como “Los Zacapoaxtlas”. Este grupo se dedica a robos en viviendas y asaltos a cuentahabientes, y se sospecha que los tlaxcaltecas fueron reclutados para operar en Huatulco.
En redes sociales han circulado videos y supuestas conversaciones de WhatsApp que refuerzan esta hipótesis. En estos chats, los jóvenes hablaban de sus movimientos en Huatulco y Zipolite antes de ser localizados. La teoría es que, tras el robo del dinero, intentaron esconderse, pero fueron encontrados y ejecutados.
La Fiscalía de Oaxaca ha señalado que el caso podría estar vinculado a una disputa entre células delictivas que operan en la zona. La colaboración de la Policía en estos hechos es otra línea de investigación clave.
