BUAP estudia animales de Brasil que potencialicen enfermedades como la lepra
Con el objetivo de estudiar patógenos que se encuentran en animales silvestres que puedan significar nuevas zoonosis, y enfocándose específicamente en la bacteria Mycobacterium leprae, el doctor Daniel Jiménez García, profesor investigador del Centro de Agroecología y Ambiente del Instituto de Ciencias de la BUAP (ICUAP) realiza una estancia de investigación en la Universidad de Estadual de Campinas (UNICAMP), Brasil, en colaboración con otros colegas de universidades de Estados Unidos.
Una zoonosis es definida de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un proceso aplicable a cualquier enfermedad transmisible de los animales vertebrados al ser humano. Un ejemplo de este mecanismo es el propio virus que provoca la COVID-19. La bacteria Mycobacterium leprae causa la enfermedad de Hansen, conocida comúnmente como lepra, un padecimiento muy antiguo, pero aún vigente.
De acuerdo con datos de la OMS, este padecimiento está presente en 120 países del mundo, con 202 mil 185 nuevos casos. En América suman más de 35 mil nuevos contagios con reportes en Argentina, Colombia, Cuba, República Dominicana, México, Paraguay, Venezuela y Brasil, este último concentra en sus regiones más vulnerables el porcentaje más alto, al superar el 80 por ciento de los casos registrados en el continente.
Ante este escenario, y derivado de los problemas ocasionados por la pandemia, el gobierno de Brasil realizó una convocatoria el año pasado para trabajos de investigación vinculados a la zoonosis y también a la COVID-19; fue así como la BUAP se sumó desde septiembre de 2021 a este proyecto de alto impacto y pertinencia social, así lo refiere el doctor Daniel Jiménez.
Arduo trabajo de campo
El trabajo de los investigadores, entre ellos el doctor Daniel Jiménez, consiste en tomar muestras de tejidos y analizar la presencia de ciertos patógenos, entre estos la bacteria Mycobacterium leprae, en animales silvestres que pueden tener contacto con el ser humano, pero que han muerto a causa de un impacto vehicular en las carreteras de Brasil.
“Primero buscamos animales silvestres que han sido atropellados, porque la biodiversidad en Brasil es protegida y tiene legislaciones muy rígidas, respecto a obtener ejemplares del medio natural, entonces lo que se hace es recurrir a estos ejemplares ya muertos, y de ellos obtenemos tejidos para su estudio, ya que tratamos de encontrar patógenos que potencialmente se podrían transformar en otra pandemia. Lo anterior porque sabemos que la COVID se originó por la interacción entre la fauna silvestre y los seres humanos”, añadió.
Con más de 43 mil kilómetros recorridos en distintas carreteras y biomas de Brasil, el trabajo de campo les ha permitido estudiar a diferentes especies, sobre todo mamíferos. Al respeto, el doctor Jiménez García indicó que cada 150 kilómetros suelen encontrar un animal recién atropellado. En el lugar practican una necropsia de campo para tomar el tejido necesario, que posteriormente llevarán al laboratorio, donde realizan la extracción de ADN y a través de pruebas PCR detectan la presencia o ausencia de patógenos.
“Hemos podido colectar una diversidad de más de 30 especies diferentes de mamíferos, como el lobo guará, el tamanduá-bandeira (oso hormiguero gigante), nutrias, armadillos y capibaras, entre otras especies”.
En este proyecto también participan la doctora Roberta Marqués, investigadora visitante en el Centro de Agroecología de la BUAP; la doctora María Rita Donalisio Cordeiro, investigadora de la Facultad de Ciencias Médicas del UNICAMP Brasil, y los doctores Townsend Peterson, de la Universidad de Kansas, Estados Unidos, y Luis Escobar, de Virginia Tech, en Estados Unidos.
El armadillo, reservorio natural de Mycobacterium leprae
Como parte del trabajo de campo los investigadores han encontrado armadillos, los cuales suelen ser reservorios naturales de la Mycobacterium leprae. Para el doctor Daniel Jiménez esto cobra relevancia porque tanto en Brasil, como en México, es común que las personas, sobre todo de zonas rurales, consuman carne de caza, de ahí que en lugares como Juchitán, Oaxaca, sea común ver en los mercados la venta de carne de armadillo.
El investigador de la BUAP destacó que muchas de las personas que consumen animales infectados con esta bacteria es posible que no sean diagnosticadas correctamente o no les detecten la enfermedad porque sus afectaciones sólo se hagan visibles con irritaciones cutáneas severas.
La lepra puede ser potencialmente reemergente, debido a que se ha incrementado la interacción con espacios naturales, con fauna y con otro tipo de microorganismos, lo que potencia la probabilidad de infección. Recordó que la lepra es una enfermedad muy antigua, incluso se habla de ella en relatos bíblicos; sin embargo, en 2 mil años aún no se tiene claro cómo es que pasó del medio silvestre al ser humano.
Cabe señalar que la enfermedad de Hansen (lepra) se transmite entre los humanos por microgotas de la nariz y boca de personas contagiadas. La infección afecta principalmente los nervios periféricos y la piel, además de que el paciente puede llegar a tener complicaciones graves, como desfiguración, deformidades y discapacidad, ya sea por daño neurológico o ceguera.
“El riesgo de contagio, no sólo con este patógeno, se incrementa debido a las deforestaciones que sufren bosques y selvas, sobre todo aquellas que están cercanas a comunidades, porque algo que se encontraba en el medio silvestre pasa al medio humano y así es como surgen las zoonosis, tal y como sucedió con enfermedades como la malaria, el chikungunya, etcétera. Es decir, ya ha pasado y por no conocer qué es lo que había en el medio silvestre se han dificultado las reacciones frente a estas enfermedades, incluyendo la COVID-19, de ahí la importancia del trabajo que realizamos”, concluyó el doctor Daniel Jiménez, quien en los próximos meses dará a conocer, junto con sus colegas, los avances de esta investigación.