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Reforma Eléctrica: interrogantes y claroscuros




¿La Reforma Eléctrica propuesta por el presidente López Obrador ayudará a reducir las emisiones de dióxido de carbono? ¿Se producirá más electricidad con hidrocarburos o se utilizarán las energías limpias? ¿Mantendrá México sus compromisos con el Acuerdo de París? Expertos del ITESO responden a estas y otras interrogantes acerca de la iniciativa y los efectos que podría tener para el medio ambiente.    

La iniciativa de Reforma Eléctrica del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), recientemente discutida en los Foros de Parlamento Abierto de la Cámara de Diputados, genera posiciones encontradas.

Para el doctor René Augusto Solinís Noyola, académico de Ingeniería Ambiental del ITESO, la propuesta energética del Ejecutivo significa “regresar 70 años atrás” y advierte que el costo de la electricidad “será muy caro” debido al monopolio que ejercería la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

La reforma plantea que la CFE vuelva a tener la preponderancia en la producción y venta de electricidad hasta alcanzar 56 por ciento de participación en el mercado.

De acuerdo con Solinís, México todavía utiliza muchos hidrocarburos o derivados del petróleo para generar y transportar electricidad. Además el porcentaje de eficiencia en la producción de luz es, en el mejor de los casos, de 50 por ciento, lo cual representa un alto costo económico y ambiental para el país.   

“Las plantas de CFE tienen 30 o 40 años de antigüedad y su tecnología es más ineficiente que la actual, sin cambios o actualizaciones en sus equipos”, asegura quien también fuera presidente del Colegio de Ingenieros Mecánicos y Electricistas del Estado de Jalisco (CIMEJ) en el periodo 2019-2021.

En contraste, Óscar Rojas Rejón, coordinador de la Ingeniería en Biotecnología del ITESO, afirma que la reforma del Presidente busca dar prioridad a las hidroeléctricas de la CFE, las cuales no emiten contaminantes a la atmósfera.

“El grueso de la producción eléctrica de México es mediante energías que no son contaminantes”, asegura. “México cuenta con una infraestructura de hidroeléctricas muy buena, pero que se ha ido abandonando poco a poco por beneficios entre particulares, se ha desmantelado y no se le ha dado tratamiento”.

Aunque las empresas incrementaron su participación en el sector energético tras la aprobación de la reforma de 2013, esto no se ha reflejado en la reducción de emisiones de dióxido de carbono (CO2) y otros contaminantes a la atmósfera, ya que las compañías utilizan gas natural para operar sus plantas de energía solar o eólica, añade Rojas Rejón.

Energías (no tan) limpias

La producción de electricidad a partir de la energía solar o eólica por cuenta de la iniciativa privada no ha logrado el beneficio medio ambiental esperado, ya que en parte depende de la quema de gas natural, un combustible contaminante, para operar, señala Rojas.

“Las empresas no están considerando otro tipo de fuentes limpias como las hidroeléctricas o las geotérmicas”, menciona el académico, quien recuerda que las celdas fotovoltaicas o las turbinas eólicas funcionan con energía intermitente, es decir, que dependen de la energía del sol o las rachas de producción del viento.

Al no haber luz solar o viento, las empresas recurren al gas, que genera emisiones a la atmósfera y se encarece más por factores externos, como la actual invasión de Rusia a Ucrania, que ha hecho ver cómo la mayoría de los países europeos dependen considerablemente del energético ruso.

Un ejemplo de la medida en que las empresas de energías limpias dependen del gas fue la crisis energética que sufrió Texas a inicios de 2021, provocada por las tormentas de nieve que taparon los paneles solares y congelaron las turbinas de los parques eólicos. Millones de hogares estadounidenses se quedaron sin luz, en una situación de emergencia sin precedentes.

¿Qué le falta a la Reforma Eléctrica?

Los dos académicos coinciden en que la Reforma Eléctrica no contempla un registro de contaminantes a la atmósfera para medir las afectaciones ambientales de la producción de electricidad y las que tendría en la salud de las personas en el mediano o el largo plazos.

“No tenemos un inventario de CO2 que nos diga cuánto producimos de energía limpia en términos de residuos de CO2 y producción industrial, para ver si los objetivos del Acuerdo de París se cumplirán o no”, menciona Rojas.

Desde su punto de vista, este aspecto no ha sido propuesto ni por el gobierno federal ni por las empresas.

“Hay una falta de compromiso de todas las partes para, realmente, hacer la transición energética con un enfoque sustentable, y dejar de verlo como un negocio de los privados, para generar un plan energético que permita el uso de la infraestructura que tenemos hoy en México”.

Otro asunto no contemplado en la reforma son las acciones que pueden implementarse a escala residencial —es decir, las que se refieren a la electricidad que consume cada hogar del país— para reducir la emisión de gases de efecto invernadero.

Para Solinís, la reforma no toca las afectaciones a la salud pública ni las consecuencias que tiene para el cambio climático la producción de energía eléctrica mediante fuentes sucias como el carbón o el combustóleo.

“Al no combatir el cambio climático, aumenta la temperatura, hay más calor en las ciudades y eso genera mayor uso del aire acondicionado, que a su vez genera más consumo de energía eléctrica, y si ésta es producida por fuentes sucias, todo se puede complicar”, advierte.   

¿Qué pasará con los objetivos del Acuerdo de París?

El 4 de noviembre de 2016 entró el vigor el Acuerdo de París, un tratado internacional que busca aminorar los efectos del cambio climático en el planeta.

México fue uno de los 194 países que suscribieron el acuerdo, comprometiéndose a trabajar por la consecución de varios objetivos, entre ellos reducir 22 por ciento sus emisiones de gases de efecto invernadero y 51 por ciento las de carbono negro, así como que 35 por ciento de la producción para 2024 consista en energías limpias.

Sin embargo, lograr esos objetivos del convenio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) parece cada día más lejano, con o sin la nueva Reforma Eléctrica, afirman los especialistas del ITESO.

“Gran parte de electricidad que generamos es por quema de hidrocarburos y es un gran problema que tenemos”, señala Solinís, y añade que el incumplimiento del Acuerdo de París le puede generar a México problemas, especialmente con Estados Unidos y la Unión Europea (UE), dos de los principales participantes del tratado.   

El combustóleo, ¿es tan serio el problema?

Al ser un residuo derivado de la refinación del petróleo, además de tener un alto contenido en azufre, la quema de combustóleo para generar electricidad se convirtió en uno de los puntos más polémicos de la propuesta energética de López Obrador.

Los expertos más críticos con la iniciativa presidencial, como el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda), afirman que la CFE utilizará de forma más intensiva combustibles contaminantes como el combustóleo y el carbón para recuperar la preponderancia en la generación de electricidad que obtendría de ser aprobada la reforma.

Además señalan que la iniciativa parece estar motivada por la necesidad de utilizar todo el combustóleo sobrante del petróleo que refina Petróleos Mexicanos (Pemex) y que no tiene un uso claro, sobre todo luego de que en 2020 la Organización Marítima Internacional (IMO, por sus siglas en inglés) prohibió el uso de combustóleo con contenido de azufre mayor a 0.5 por ciento en el transporte marítimo.

“La calidad del petróleo mexicano es de las más bajas, ya que tiene mucho azufre”, alerta Solinís.

Sin embargo, para Óscar Rojas, el combustóleo es un tema “sobredimensionado”. “Es un argumento para evocar las emociones de las personas. De 100 unidades productoras de energía eléctrica, sólo una o dos usan combustóleo”, señala.

México, con un gran potencial en energías limpias

Los académicos coinciden en que México cuenta con una gran capacidad para incrementar su producción de energías renovables.

“Somos uno de los países que reciben más sol en todo el mundo, sobre todo en el Noroeste, en estados como Sonora, Chihuahua o Baja California”, asevera Solinís. “El potencial de México en energía fotovoltaica no lo ha explotado el gobierno, sino los privados”.

De acuerdo con estimaciones de la Asociación Mexicana de Energía Solar (Asolmex) y la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés), 85 por ciento del territorio nacional es apto para proyectos solares.

Para Rojas, el desierto de Sonora y las grandes ciudades del norte y el centro del país son idóneas para generar electricidad mediante radiación solar. El principal inconveniente es el mantenimiento de los paneles.

De acuerdo con la Asociación Mexicana de Energía Eólica (AMDEE), México tiene el potencial para producir hasta 70 mil megawatts (MW) con viento, lo que convertiría al país en la tercera potencia mundial en la materia, detrás de China y Estados Unidos. Sin embargo México apenas genera seis mil 789 MW con parques operativos en nueve de los 32 estados.

En síntesis, hay grandes oportunidades para la energía eólica, principalmente en zonas con grandes rachas de viento como el Istmo de Tehuantepec, en Oaxaca. Sin embargo, hay dos problemas por resolver.

“Las aves que migran de norte a sur en ciertos periodos se ven amenazadas por estos parques eólicos”, apunta Rojas. “Además, el uso de tierras para instalar un parque eólico es muy grande”.

Solinís señala que esos riesgos están contemplados:

“respecto a las aves que surcan zonas con corrientes de aire, éstas están mucho más altas que las aspas de los ventiladores eólicos. Hay más accidentes con vidrios de los edificios altos, choques, que con los generadores eólicos”, menciona.

¿Hacia un aumento del precio de la luz?

Devolver la preponderancia de la energía eléctrica a la CFE es un punto problemático para Solinís, ya que una de las razones por las que se abrió el mercado al sector privado fue porque empezó faltar electricidad en algunas zonas del país y había apagones en otras, y la CFE no fue capaz de atender esa demanda.

Además, considera que la reforma de López Obrador afectará a industrias importantes para México, como el sector de las autopartes, especialmente con un aumento de los precios.

Rojas, por su parte, insiste en que México no tiene como prioridad la producción de energía eléctrica a través del carbón y los derivados del petróleo.

“Paradójicamente, quienes sí tienen hasta 30 por ciento de su energía en carbón son China y Estados Unidos, que son los mayores productores de CO2 a la atmósfera y contribuyen con casi 80 por ciento de la producción de CO2 en el mundo”, amplía.

Respecto a las posibles afectaciones al precio de la luz, Rojas afirma que la infraestructura de la CFE y la no dependencia de combustibles fósiles que sí tienen otros países pueden permitir una producción de energía eléctrica más económica.

Sin embargo México aún no es autosuficiente para producir energía eléctrica barata que derive en precios más bajos de la luz, tal y como prometen los defensores de la reforma. De acuerdo con Rojas, el país sigue dependiendo de la importación de gas.
“Cuando México sea autosuficiente, se podrán fijar los precios, pero dudo que bajen”, afirma.





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