Opinión

El SEMEFO de Puebla y el adiós que nunca fue




Por: José Manuel Trinidad Corona

Hay errores que se pueden corregir. Te equivocas en una factura, rehaces el papel. Entregas un paquete a la dirección equivocada, lo recuperas. Pero ¿cómo corriges que una familia entierre a la persona equivocada? ¿Cómo devuelves un duelo que nunca debió ser así?

Eso es lo que acaba de pasar en Puebla. Dos familias, hace cinco meses, recibieron del Servicio Médico Forense los cuerpos que, según les dijeron, eran de sus seres queridos. Hicieron lo que cualquiera haría: organizaron el funeral, se reunieron, rezaron, lloraron, sepultaron. Fue su despedida, su cierre, su último abrazo aunque fuera simbólico.

Cinco meses después, la verdad se atravesó como un cuchillo: listas oficiales de la Fiscalía, cotejadas con datos del INE y huellas dactilares, demostraron que los cuerpos entregados no eran los suyos. Los verdaderos seguían en las cámaras del Semefo, fríos, olvidados, esperando que alguien hiciera bien su trabajo.

Y uno se pregunta: ¿cómo pasa algo así? No hablamos de confundir una caja, hablamos de confundir a una persona. No de un trámite administrativo, sino del acto más sagrado que tenemos como sociedad: dar un entierro digno.

El daño es incalculable. Porque el duelo es un proceso único, y se construye sobre certezas: la certeza de saber a quién lloras, a quién abrazas por última vez, a quién dejas ir. Cuando te quitan eso, no hay vuelta atrás. El adiós que diste no era para quien creías, y ahora tienes que vivir con esa segunda herida.

Este caso no es solo negligencia, es deshumanización. El Semefo no puede funcionar como una bodega donde los cuerpos se manejan con prisa y sin cuidado. Ahí reposan personas, y junto a ellas, el dolor y la esperanza de sus familias.

Las autoridades deben más que una disculpa: deben una explicación clara, sanciones a quienes fallaron y cambios reales en los protocolos. Porque en la muerte, como en la vida, el respeto es lo mínimo que podemos dar. Y porque un último adiós, aunque duela, solo se vive una vez… y hay que hacerlo bien.

*Las expresiones aquí vertidas obedecen 
exclusivamente a quienes las escriben 
y no a la línea editorial de callejero.mx




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