Redacción.- Tras el sismo de este 7 de diciembre en Chiautla de Tapia muchos se preguntan si existe un patrón estacional en la sismicidad de México, sobre todo después de vivir experiencias traumáticas como los terremotos de septiembre de 1985 y 2017, que coincidieron con el inicio del otoño.
Según el Servicio Sismológico Nacional (SSN), la sismicidad en México depende de factores geológicos, como la interacción de las placas tectónicas que rodean al país, y no de factores climáticos o astronómicos, como las fases de la luna o el cambio de temperatura. Por lo tanto, los sismos pueden ocurrir en cualquier momento y lugar, sin que se pueda predecir con exactitud cuándo o dónde se producirán.
No obstante, al analizar las estadísticas de los sismos reportados por el SSN desde 1990 hasta noviembre de 2023, se puede observar que hay algunos meses que presentan una mayor actividad sísmica que otros.
Por ejemplo, en los últimos 33 años, el mes con más sismos registrados ha sido marzo, con un total de 18,545 eventos, seguido de junio, con 17,948, y julio, con 17,916. En cambio, el mes con menos sismos ha sido diciembre, con 12,331, seguido de noviembre, con 13,007, y octubre, con 13,367.
Estas diferencias pueden deberse a variaciones aleatorias o a ciclos naturales de la sismicidad, que no necesariamente se repiten cada año. De hecho, en lo que va de 2023, el mes con más sismos ha sido enero, con 2,122, y el mes con menos sismos ha sido junio, con 1,849.
Además, hay que tener en cuenta que el número de sismos reportados depende también de la capacidad de detección y registro del SSN, que ha mejorado con el tiempo gracias a la instalación de nuevas estaciones sismológicas.
Por lo tanto, no se puede afirmar que haya un mes en el que tiemble más en México, ni que haya una época del año más propensa a los sismos.
Lo que sí se puede hacer es estar preparados y seguir las recomendaciones de protección civil en caso de que ocurra un movimiento telúrico, sin importar el mes o la estación en que nos encontremos.