Las calles de Francia volvieron a ser escenario de protestas masivas este miércoles, cuando miles de personas se movilizaron en diferentes ciudades para expresar su rechazo a las políticas gubernamentales y exigir cambios profundos.
La jornada, bautizada como “Bloqueemos todo”, surgió en redes sociales y fue organizada por colectivos ciudadanos, sindicatos y partidos de izquierda. La convocatoria buscaba paralizar el país y hacer visible el descontento social tras los planes de recorte presupuestario impulsados por el ex primer ministro François Bayrou, quien dimitió a inicios de semana. Pese a su salida, el malestar no se frenó y la inconformidad se extendió también hacia el presidente Emmanuel Macron y su nuevo jefe de Gobierno, Sébastien Lecornu.
En París, Marsella, Lyon, Toulouse, Rennes y otras ciudades se escucharon consignas contra el Ejecutivo. Entre los gritos más repetidos estuvo la exigencia de dimisión de Macron. En la capital francesa, cientos de manifestantes intentaron bloquear accesos estratégicos como la Puerta de Bagnolet y la Puerta de la Chapelle, puntos clave del periférico. En respuesta, las fuerzas del orden intervinieron con gases lacrimógenos y detenciones desde las primeras horas del día.
La Prefectura de Policía informó que hacia las 8:00 de la mañana ya había 75 detenidos solo en París y su área metropolitana. La cifra subió rápidamente con el transcurso de las horas: a media mañana se contabilizaban 200 personas arrestadas en todo el país, 132 de ellas en la región parisina. El ministro del Interior, Bruno Retailleau, reconoció que la situación implicaba un desafío de seguridad nacional y destacó que más de 80 mil policías y gendarmes fueron desplegados, el doble de los que participaron en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de París en 2024.
Además de los bloqueos viales, la Confederación General del Trabajo (CGT) registró alrededor de 700 acciones en empresas y sitios estratégicos. En Marsella, grupos levantaron barricadas que afectaron tanto a la circulación vehicular como al transporte público. En Rennes, algunos vehículos fueron incendiados y los choques con la policía obligaron al uso de gases lacrimógenos. En Lyon y otras ciudades se reportaron interrupciones en autopistas y vías de acceso.
La estación del Norte de París, una de las más concurridas de Europa, se convirtió en otro punto crítico. Cerca de un millar de personas se concentraron desde temprano para tratar de ingresar, aunque la policía lo impidió. También se reportaron bloqueos en varios institutos educativos y nuevas concentraciones previstas a lo largo del día en urbes como Toulouse y Burdeos.
Las autoridades calificaron el movimiento como una acción liderada por grupos de extrema izquierda, con respaldo de formaciones como La Francia Insumisa, los ecologistas y el partido socialista. Sin embargo, los organizadores sostienen que la iniciativa nació como un esfuerzo ciudadano frente a las medidas de ajuste y aseguran que seguirá activa.
El calendario de protestas no se limita a esta semana. El próximo 18 de septiembre está prevista una nueva jornada, esta vez con un llamado directo de las organizaciones sindicales. Según Interior, se anticipan tres fases: bloqueos por la mañana, marchas al mediodía y concentraciones dispersas por la tarde, consideradas las más difíciles de contener.
La magnitud de la movilización, sumada al despliegue de seguridad, refleja el grado de tensión política que atraviesa Francia. Mientras el Gobierno intenta recuperar estabilidad tras la salida de Bayrou y el nombramiento de Lecornu, las protestas muestran que el descontento social se mantiene vivo y que las calles siguen siendo el principal espacio de presión ciudadana.