La Unión Europea se prepara para responder a los nuevos aranceles de Estados Unidos con medidas que impactarán a productos icónicos del país norteamericano. A partir del 1 de abril, Bruselas aplicará impuestos por 26.000 millones de euros sobre una variedad de bienes estadounidenses, en reacción a la reciente decisión de Washington de imponer un gravamen del 25% a las importaciones europeas de acero y aluminio.
Desde la Comisión Europea han manifestado su descontento con la postura del gobierno de Donald Trump, calificando los aranceles como dañinos para la relación comercial entre ambos bloques. En su primer pronunciamiento, las autoridades comunitarias señalaron que estas medidas podrían traducirse en costos más altos para empresas y consumidores de ambos lados del Atlántico.
Para hacer frente a este escenario, la UE reactivará aranceles que ya había utilizado en disputas anteriores, como las de 2018 y 2020, con los que busca compensar pérdidas estimadas en 8.000 millones de euros. Además, pondrá en marcha una nueva ronda de impuestos que afectarán a productos estadounidenses por un valor superior a los 18.000 millones de euros.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dejó clara su postura al afirmar que la UE “lamenta profundamente” la decisión de Estados Unidos. Advirtió que, en un contexto de incertidumbre económica y geopolítica, este tipo de medidas solo complican más la situación y afectan la estabilidad del comercio internacional.
Bruselas estima que las tarifas impuestas por Washington generarán un impacto de aproximadamente 28.000 millones de dólares en exportaciones europeas, lo que justifica su respuesta con aranceles sobre una amplia gama de productos estadounidenses. En la lista preliminar figuran desde alimentos hasta marcas emblemáticas como el whiskey Bourbon y las motocicletas Harley-Davidson.
Von der Leyen defendió la medida asegurando que está alineada con el alcance económico de los impuestos de Estados Unidos. Sin embargo, insistió en que la prioridad de la UE sigue siendo el diálogo y la búsqueda de una solución negociada. Para ello, encargó al comisario de Comercio, Maros Sefcovic, retomar las conversaciones con Washington en busca de un acuerdo.
Sefcovic, quien representa a los 27 países miembros en temas comerciales, reconoció que sus intentos de alcanzar una solución, incluidos encuentros recientes en la capital estadounidense, no han dado frutos. Según sus declaraciones, la administración de Trump no ha mostrado interés en entablar una negociación seria.
Tras la formalización de los aranceles estadounidenses, Sefcovic advirtió que tanto la UE como Estados Unidos deberían enfocarse en fortalecer su relación en lugar de debilitarla. Además, señaló que en sectores clave como el acero y el aluminio, ambos comparten desafíos como el exceso de producción global, provocado en gran parte por prácticas comerciales fuera de mercado, en una alusión indirecta a China. Insistió en que la UE debería ser vista como un socio en la solución del problema y no como un obstáculo.
A pesar de la firme respuesta europea, las contramedidas aún tienen un margen para ser ajustadas antes de entrar en vigor. La aplicación de los aranceles está prevista para el 1 de abril, pero aún quedan pasos administrativos por completar. Esto abre una pequeña ventana para intentar llegar a un acuerdo con Estados Unidos antes de que la medida sea definitiva.
El plan de Bruselas se divide en dos fases. La primera reactivará los aranceles que ya estaban en pausa gracias a acuerdos previos con administraciones estadounidenses anteriores. Estos entrarán en vigor automáticamente al vencer la suspensión el 31 de marzo.
La segunda fase incluirá un nuevo paquete de medidas que podría implementarse a mediados de abril. Actualmente, la Comisión Europea ha publicado una lista preliminar de productos que podrían verse afectados, abriendo un periodo de consultas para recibir comentarios de sectores industriales y grupos de interés.
Una vez finalizada la consulta, Bruselas definirá la lista final de bienes sujetos a impuestos, formalizará el marco legal y someterá la propuesta a la aprobación de los países miembros antes de su implementación definitiva. Así, la Unión Europea busca equilibrar su respuesta a los aranceles estadounidenses sin cerrar del todo la puerta a una posible negociación.