El presidente Joe Biden anunció el domingo que no buscará la reelección y que respalda a la vicepresidenta Kamala Harris como su sucesora. “Ha sido el mayor honor de mi vida servir como su presidente”, escribió Biden en una carta publicada en su cuenta oficial en X. “Y aunque tenía la intención de buscar la reelección, creo que lo mejor para mi partido y para el país es que me retire y me concentre en cumplir mis deberes como presidente por el resto de mi mandato”.
Biden informó que se dirigirá a la nación a finales de esta semana para proporcionar más detalles. En una publicación adicional, elogió a Harris e instó a los demócratas a unirse en torno a su candidatura. “Mi primera decisión como candidato en 2020 fue elegir a Kamala Harris como mi vicepresidenta”, escribió. “Ha sido la mejor decisión que he tomado. Hoy quiero ofrecer todo mi apoyo para que Kamala sea la candidata de nuestro partido este año”.
La decisión de Biden culmina semanas de especulaciones sobre su capacidad para hacer campaña y gobernar a los 81 años, especialmente frente al expresidente Donald Trump. La noticia ha generado reacciones inmediatas entre los republicanos, que piden su renuncia. Trump comentó en Truth Social que Biden “no es apto para servir” y el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, declaró que “debe renunciar al cargo de inmediato”.
Este es un hecho sin precedentes en décadas, recordando la decisión del presidente Lyndon Johnson en 1968 de no buscar un segundo mandato completo, aunque la decisión de Biden llega más tarde en la campaña. La salida de Biden se produce en medio de una campaña política cargada, que ha incluido un intento de asesinato a Trump.
La decisión final de Biden se tomó en las últimas 48 horas, según un asesor de campaña, y fue discutida con su familia y principales asesores por teléfono mientras se recuperaba de Covid-19 en su casa de playa en Rehoboth Beach, Delaware. Su salida de la carrera marca el final de una trayectoria política de medio siglo.
Las dudas sobre la edad y capacidades mentales de Biden han sido un obstáculo político desde su enfrentamiento con Trump en 2020. Un debate en CNN el 27 de junio, donde Biden mostró signos de debilidad y confusión, exacerbó estas preocupaciones y condenó su intento de reelección. La campaña de Biden había solicitado ese debate para captar la atención de los votantes, pero el resultado fue contraproducente.
El desempeño del presidente en el debate sorprendió a donantes y aliados, llevando a la campaña a una frenética lucha por justificar su condición. Los representantes de Biden inicialmente culparon a un resfriado, luego al jet lag por un viaje internacional reciente.
A pesar de los esfuerzos por calmar las preocupaciones, el daño ya estaba hecho. Biden reconoció su mala actuación y trató de mostrar una imagen más enérgica en un mitin al día siguiente. “No camino tan tranquilo, no hablo tan bien, pero sé decir la verdad y cómo hacer este trabajo”, declaró. Sin embargo, la decisión de no buscar la reelección ya estaba tomada.