Este viernes 13 de junio, la tensión en Oriente Medio alcanzó un nuevo punto crítico. En un movimiento que escaló rápidamente el conflicto, el Ejército de Israel reportó que Irán lanzó más de cien drones hacia su territorio. De inmediato, las defensas aéreas israelíes se activaron para interceptar la amenaza.
Horas después, Israel respondió con una ofensiva aérea a gran escala. De acuerdo con el portavoz militar israelí, Effie Defrin, 200 aviones de combate sobrevolaron Irán durante la madrugada y atacaron más de un centenar de objetivos estratégicos, utilizando 330 tipos distintos de munición. Entre los blancos, estaban figuras clave del aparato militar iraní. Entre los fallecidos destacan el general Mohammad Bagheri, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas; el general Hossein Salami, comandante de la Guardia Revolucionaria; y el general Gholam Ali Rashid, encargado de la base aérea Khatam ol-Anbiya.
La respuesta de Irán no se hizo esperar. Aunque aún no ha detallado acciones concretas, el gobierno iraní prometió represalias “contundentes”, mientras tanto, su espacio aéreo, al igual que el de Israel e Irak, fue cerrado de forma preventiva.
La comunidad internacional ha reaccionado con preocupación ante este nuevo giro en el conflicto. Desde Viena, el director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, advirtió sobre el peligro que representan este tipo de ataques, especialmente al estar involucradas instalaciones nucleares. En su intervención ante la Junta de Gobernadores del organismo, Grossi recordó que bombardear sitios nucleares, incluso en contextos de guerra, está prohibido por el derecho internacional y por las resoluciones de la ONU.
La planta nuclear de Natanz, una de las más importantes de Irán, habría sido alcanzada por la ofensiva israelí, según imágenes satelitales difundidas por medios internacionales. Grossi fue enfático: “Las instalaciones nucleares nunca deben ser blanco de ataques, sin importar las circunstancias”.
Los efectos del conflicto se dejaron sentir también en los mercados internacionales. La incertidumbre por una posible interrupción en el suministro de petróleo provocó una subida inmediata en los precios del crudo. El barril de West Texas Intermediate escaló más de un 6 %, mientras que el Brent superó los 73 dólares. Analistas alertan que el cierre del estrecho de Ormuz, una vía crucial para el transporte de petróleo y gas natural, sería un golpe severo al comercio global de energía.
Mientras el oro ganaba valor como refugio seguro, las bolsas caían en picada. Los índices europeos amanecieron en rojo, y los principales mercados asiáticos cerraron con pérdidas cercanas al 1 %. Las inversiones se replegaron en busca de seguridad ante el aumento del riesgo geopolítico.
Desde Washington, el secretario de Estado Marco Rubio aclaró que Estados Unidos no participó en los ataques, aunque se mantiene en alerta ante una posible escalada. Por su parte, el canciller alemán Friedrich Merz reiteró el derecho de Israel a defenderse, pero pidió prudencia a ambas partes.
La Unión Europea también levantó la voz. La alta representante de Exteriores, Kaja Kallas, calificó la situación como “peligrosa” y pidió frenar la violencia para dar espacio a la diplomacia. Arabia Saudí, en línea con su postura regional, condenó los ataques israelíes y llamó al diálogo como vía para resolver las tensiones. En una llamada telefónica, el canciller saudí expresó su rechazo al uso de la fuerza ante su homólogo iraní, y advirtió que los bombardeos dificultan cualquier intento de distensión.
Turquía se sumó a las críticas. Su gobierno calificó el ataque como una “provocación” sin justificación, y una amenaza que trasciende fronteras. Funcionarios turcos exigieron una respuesta firme de la comunidad internacional y advirtieron del riesgo de una crisis global si no se actúa a tiempo.
Mientras las declaraciones se multiplican y los mercados tiemblan, en la región reina la incertidumbre. El mundo observa atento cómo se desarrolla uno de los episodios más delicados de los últimos años en Medio Oriente. Las próximas horas serán clave para saber si este intercambio marca el inicio de una escalada mayor o si aún hay margen para contener el conflicto.