La retirada de fondos de países occidentales, liderada por Estados Unidos y sus aliados, a la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos (UNRWA) ha generado incertidumbre sobre el destino de los 5,9 millones de refugiados que atiende.
La financiación fue suspendida después de las acusaciones de Israel, que señaló a empleados de la UNRWA por su supuesta implicación en el atentado de Hamas del 7 de octubre. Este ataque provocó una guerra entre Israel y Hamas, desplazando a la mayoría de los 2,3 millones de habitantes de Gaza, quienes ahora necesitan asistencia humanitaria.
Aunque Israel compartió información sobre la presunta participación de algunos empleados de la UNRWA en el ataque, la agencia está llevando a cabo una investigación y ha despedido a varios empleados. Israel, a largo plazo, acusa a la UNRWA de apoyar a Hamas y aboga por su desmantelamiento.
La situación deja en riesgo la asistencia vital proporcionada por la UNRWA a millones de palestinos, ya que aproximadamente la mitad de los principales donantes han suspendido su financiación, incluidos Estados Unidos y otros donantes clave, debido a las acusaciones de implicación en el atentado de Hamas.