Alain Delon, uno de los rostros más icónicos del cine, falleció a los 88 años. Conocido por su belleza deslumbrante y su capacidad para encarnar personajes complejos, Delon dejó una huella imborrable en la historia del cine con interpretaciones memorables en películas como *Rocco y sus hermanos*, *A pleno sol* y *El silencio de un hombre*.
El domingo, sus hijos, Alain Fabien, Anouchka y Anthony, informaron sobre su fallecimiento en un comunicado emitido por la agencia AFP: “Falleció en paz en su casa de Douchy, rodeado de su familia”, dijeron, pidiendo respeto por su privacidad en este momento de duelo.
Delon, conocido tanto por su talento como por su carácter controversial, fue una figura enigmática en la pantalla y fuera de ella. A menudo se describía a sí mismo como “un accidente” en la industria cinematográfica, y otros lo veían como una figura casi mítica, un “objeto de deseo” según Vincent Lindon, y “lo mejor y lo peor” según Brigitte Bardot.
El actor nació en Sceaux, al sur de París, en 1935. Su infancia estuvo marcada por la ocupación nazi de Francia y el divorcio de sus padres, eventos que lo empujaron a una vida errante que lo llevó a ser expulsado de varios internados. Su paso por el ejército y su estancia en Indochina precedieron su entrada en el cine, donde debutó casi por casualidad en 1957. Desde entonces, su presencia en la pantalla cautivó a directores y audiencias por igual.
A lo largo de su carrera, Delon trabajó con algunos de los directores más influyentes del cine europeo, como Visconti, Antonioni y Melville. Sin embargo, también fue una figura polémica por sus opiniones políticas y personales. Su amistad con Jean-Marie Le Pen y sus declaraciones controvertidas le ganaron críticas, pero también cimentaron su imagen de hombre complejo y contradictorio.
Delon deja tras de sí un legado cinematográfico inigualable y una vida llena de luces y sombras. Aunque su personalidad fuera de la pantalla generó controversias, su talento como actor lo convierte en una leyenda que seguirá siendo recordada.