Puebla, Pue.- Hoy, el “Coloso de Maravillas”, el Estadio Cuauhtémoc, celebra un aniversario más de su inauguración, marcando 57 años desde aquel 6 de octubre de 1968, cuando abrió sus puertas para los Juegos Olímpicos de México. Este recinto, testigo de la historia futbolística, vive esta celebración envuelto en un marcado contraste entre su glorioso pasado y un presente lleno de incertidumbre.
La memoria del Cuauhtémoc resplandece al recordar que ha sido una de las pocas sedes en el mundo en albergar dos Copas Mundiales de la FIFA (1970 y 1986), donde figuras como Diego Armando Maradona y Michel Platini pisaron su césped. Además, es el hogar sagrado de los grandes triunfos del Club Puebla, que en su grama se coronó Campeón de Liga MX en dos ocasiones: 1982-1983 y la histórica temporada 1989-1990, cuando alcanzó el título de “Campeonísimo”.
No obstante, esta efeméride se tiñe de melancolía ante la realidad actual.
El desencanto mundialista y la crisis de la Franja
A pesar de su rica historia mundialista, el Estadio Cuauhtémoc no fue elegido como una de las sedes oficiales para albergar partidos de la Copa Mundial de la FIFA 2026, que se jugará en México, Estados Unidos y Canadá. Si bien el gobierno estatal busca que sea considerado al menos como campo de entrenamiento, la exclusión de los juegos de la fase final es un golpe a la tradición futbolística de Puebla.
El panorama deportivo del inquilino, el Club Puebla, no es menos sombrío. En la actualidad, La Franja se encuentra en el fondo de la tabla general de la Liga MX, una situación que se ha repetido en torneos recientes, contrastando duramente con la época dorada que vivió en este mismo estadio.
Así, el Cuauhtémoc, con su modernizada fachada de ETFE, se yergue hoy como un monumento a los extremos: un pasado de élite mundial y gloria local, y un presente de proyectos a la baja y un equipo que lucha por salir del sótano. La afición poblana celebra la historia, pero con la esperanza puesta en que los años venideros devuelvan al “Coloso de Maravillas” a la relevancia que su legado merece.