El conflicto entre Israel y Palestina tiene sus raíces en el plan de partición de 1947, propuesto por Naciones Unidas, que buscaba crear dos estados: uno árabe y otro israelí. Este plan no se implementó completamente, y las tensiones entre ambos lados han crecido desde entonces, dando lugar a un conflicto prolongado.
En agosto de 2005, Israel implementó el Plan de Desconexión, retirándose de la Franja de Gaza. Bajo el liderazgo del primer ministro Ariel Sharon, el ejército israelí evacuó los asentamientos y retiró sus tropas, completando la operación el 12 de septiembre del mismo año. Sin embargo, en junio de 2007, el grupo islamista Hamas tomó el control de Gaza después de una violenta lucha con Fatah, lo que marcó un nuevo capítulo de inestabilidad en la región.
El 7 de octubre de 2023, Hamás lanzó un ataque sorpresa sobre las comunidades israelíes cerca de la frontera de Gaza. Aproximadamente a las 6:30 de la mañana, más de 1,000 combatientes palestinos cruzaron la frontera, respaldados por el lanzamiento de **2,200 cohetes**. El ataque, descrito como “complejo” por Naciones Unidas, se concentró en 24 puntos del sur de Israel, incluyendo el kibutz de Beeri y el festival de música Nova. El saldo fue devastador: más de 1,200 personas murieron, incluidas 809 civiles, y 252 personas fueron secuestradas. En respuesta, Israel declaró el estado de guerra y comenzó una movilización sin precedentes de 300,000 reservistas, mientras que Hezbolá, desde el norte, también se involucró en el conflicto.
Los días siguientes vieron una escalada con Hezbolá atacando desde el norte y con enfrentamientos en varios frentes, incluyendo Yemen. El 27 de octubre, Israel inició una invasión a gran escala de Gaza. Posteriormente, se intentó negociar una tregua que se materializó el 24 de noviembre, cuando Israel y Hamas acordaron un alto el fuego de siete días. Durante ese periodo, Israel liberó 240 presos palestinos a cambio de 105 civiles secuestrados. Sin embargo, las expectativas de paz se desplomaron cuando ambas partes acusaron al otro de violar los términos del acuerdo, y el conflicto se reanudó con mayor intensidad.
En enero de 2024 la Corte Internacional de Justicia ordenó a Israel tomar medidas para prevenir un genocidio en Gaza, mientras que el Consejo de Seguridad de la ONU fracasaba en imponer un alto el fuego, en parte debido a los vetos de Estados Unidos. Los ataques continuaron, sumando decenas de miles de víctimas: más de 42,000 palestinos murieron, 97,000 resultaron heridos y cientos de miles fueron desplazados. También se registraron víctimas entre el personal humanitario, como los 200 empleados de la ONU y más de 100 periodistas muertos en Gaza.
Por otro lado, Israel denunció el uso de civiles como escudos humanos por parte de Hamás y la creciente amenaza a su población civil. El conflicto se internacionalizó aún más con el involucramiento de Irán, que lanzó ataques con drones y misiles en respuesta a la muerte de miembros de su Guardia Revolucionaria en Siria.
A lo largo de 2024, los líderes de Hamás y Hezbolá también fueron objetivos de las fuerzas israelíes, con la muerte de Ismail Haniye, líder político de Hamás, en julio, y Hasan Nasralá, secretario general de Hezbolá, en septiembre. Israel respondió con una invasión al sur de Líbano, extendiendo el conflicto hacia Beirut.