El reciente debate entre Kamala Harris y Donald Trump, ambos candidatos a la presidencia de Estados Unidos, se centró en temas clave como la economía, inmigración, aborto y política exterior, donde cada uno defendió sus propuestas de cara a las elecciones de noviembre.
Durante 90 minutos, ambos candidatos intercambiaron puntos de vista en un ambiente más moderado de lo esperado, especialmente por parte de Trump. Harris destacó su enfoque en mejorar las condiciones de la clase media y trabajadora, mientras que Trump apostó por imponer tarifas arancelarias para combatir la inflación y reducir el desempleo.
En materia migratoria, Trump reiteró su retórica contra los inmigrantes, responsabilizándolos de la criminalidad y el desempleo, lo cual fue rebatido por Harris, quien lo acusó de difundir falsedades. La cuestión del aborto también fue objeto de debate, con Trump acusando a Harris de apoyar medidas extremas, lo que ella desmintió enérgicamente.
En política exterior, el conflicto entre Israel y Palestina, así como la guerra entre Rusia y Ucrania, fueron puntos de desacuerdo entre ambos, aunque lograron mantener un tono más civilizado. A pesar de esto, ambos candidatos intentaron interrumpirse al abordar el tema de la relación con Rusia y el liderazgo de Vladimir Putin.
El debate dejó claro que las diferencias entre ambos son profundas, y el resultado de las elecciones dependerá en gran medida de cómo el electorado perciba sus posturas en estos temas cruciales.