A pocos días de que se cumpliera el plazo de la prisión preventiva dictada contra Antonio N., acusado de feminicidio en el caso de la médica Gabriela Aline, un Tribunal de Enjuiciamiento determinó que el señalado permanezca en el penal de San Miguel por seis meses más, hasta marzo de 2026.
La medida vencía el 12 de septiembre de 2025, según explicó Jared Reynoso, padre de Gabriela, quien desde hace más de dos años busca justicia por el asesinato de su hija en la colonia Maravillas.
El pasado 9 de septiembre, a las 9 de la mañana, se llevó a cabo una audiencia clave en las salas de oralidad penal ubicadas junto al Cereso de San Miguel. Ahí se presentaron el Ministerio Público, la familia de la víctima, el acusado y su defensa, con la finalidad de dar inicio al juicio oral y revisar la situación jurídica de Antonio.
Durante la sesión, la defensa insistió en que el señalado ya había cumplido un periodo prolongado de detención sin sentencia. Sin embargo, el Tribunal valoró la gravedad del caso y ordenó que se mantenga la prisión preventiva como medida cautelar. Con ello, el acusado continuará en reclusión al menos medio año más.
Para la familia, la resolución representa un paso en el proceso, aunque no el cierre que esperan. El padre de Gabriela reiteró su exigencia: que se dicte una sentencia condenatoria ejemplar, cercana a los 70 años de prisión, por el feminicidio de su hija. La siguiente audiencia quedó programada para el 22 de septiembre a las 16:00 horas.
La historia de Gabriela
Gabriela Aline tenía 28 años y era médica. Estudió en la UPAEP y en la BUAP, hizo prácticas en el Hospital General del Sur y completó su internado en el Hospital de la Mujer. Desde niña había expresado su vocación: quería curar y acompañar a quienes enfrentaban enfermedades.
Su vida cambió tras iniciar una relación con Antonio. Vivieron juntos primero en Cholula y luego en Xalapa, Veracruz, donde abrieron una pequeña clínica de análisis y medicina estética. Cuando los ingresos no fueron suficientes, Gabriela buscó empleo en una escuela privada.
De acuerdo con su familia, la relación se tornó conflictiva. Aunque Antonio mostraba buena actitud ante otros, en privado recurrió a chantajes y manipulación cuando Gabriela intentó separarse de él.
En julio de 2023, ella regresó a Puebla con motivo de la boda de una prima. En ese viaje confió a su madre que no quería volver a Veracruz y que temía por su seguridad. Incluso le advirtió que, si algo le ocurría, el responsable sería Antonio.
El 9 de julio de ese mismo año, Gabriela fue hallada sin vida en la casa de sus padres. Horas antes, su madre había recibido un mensaje de despedida atribuido a la joven. Sin embargo, más tarde se encontró un papel en poder de Antonio con las mismas palabras escritas, lo que despertó sospechas.
La autopsia confirmó que no se trató de un suicidio: Gabriela murió tras recibir una inyección de cloruro de potasio. Con esa prueba, las autoridades detuvieron a Antonio y lo vincularon a proceso por feminicidio, caso que hoy sigue su curso en tribunales.
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